
desde la Caracas revolucionaria Samuel H. Carvajal Ruiz
Cambio climático, ahorro de energía y otras demagogias
La actual coyuntura global tiene entre sus factores de mayor dinamismo, que signan el presente y futuro de la humanidad, las crisis energética y alimentaria, desatadas con el incremento sustantivo y acelerado de los precios del petróleo y de algunos rubros, tales como el maíz, el trigo, la soya, entre otros. Junto a estos factores críticos de reciente manifestación, se expresa de manera preocupante el deterioro progresivo de las condiciones de vida y sostenibilidad del planeta tierra, fenómeno conocido genéricamente como cambio climático.
De manera sistémica, el capitalismo globalizado, fundamentado en su poder de especular con el flujo financiero, presenta cuadros críticos que tienen relación con los mecanismos creados por el sistema dirigido a multiplicar sus ganancias. Este fenómeno aunado a los factores señalados anteriormente, configuran en la actualidad un panorama general cuyas posibilidades de resolución escapan en buena medida de las creídamente todopoderosas manos de las principales potencias capitalistas del mundo, agrupadas en torno al conocido G – 8, aunque mucho tengan que ver en la solución de los mismos. Se trata de retos complejos que requieren, como es obvio, de la participación de las grandes potencias, pero que su carácter planetario propone el concurso de todas las comunidades y sectores.
La recién finalizada cumbre del G – 8, realizada en la pequeña población de Toyako (Japón), dejó al desnudo a este grupo. No sólo por la anecdótica situación de refugiarse en ese lugar resguardados por más de 20 mil policías que tejieron un férreo cordón de seguridad para silenciar las sonoras y multitudinarias protestas, sino que allí se puso de manifiesto el frágil liderazgo y la carencia de respuestas de esa cofradía a los enormes retos que aquejan a la humanidad, como son los anteriormente indicados. De hecho, las propuestas derivadas como conclusión de la reunión, sólo quedaron en tímidos guiños dirigidos hacia una cuestión clave como es la imperiosa necesidad de reducir la emisión de gases contaminantes, principales causantes de la mutación del clima global.
Otro asunto que se desprende de las conclusiones de la cumbre del G – 8 es la relativa al ahorro de energía, debido al cuantioso ascenso de la factura petrolera de esos países, condicionada por los patrones de consumo energético instalados en los países ricos. Hace unas semanas la prensa española anunció con bombos y platillos la aprobación por parte del Parlamento de ese país una propuesta de los nacionalistas conservadores de Catalunya agrupados en la coalición Convergencia i Unió (CiU), la sustitución de las bombillas incandescentes por las “ahorradoras” o de bajo consumo, en periodo no mayor a tres años.
Cuando Cuba, país pionero en América en implementación de la medida, anunció a través del comandante Fidel la iniciativa, el chaparrón mediático fue similar a los huracanes que comienzan a pasearse por el Caribe por estas fechas; los argumentos fueron de distinto calibre y alcance. La mezquindad tuvo voceros diversos, hasta ecologistas y no dejaron de escucharse las voces de los defensores de la “libertad” residentes en Miami para criticar la iniciativa. “Violaba la integridad del hogar”, “era una medida para perseguir políticamente a los que se negaran”, fueron algunas de las perlas lanzadas por la jauría mediática global.
Venezuela, vino después. Los argumentos escuálidos fueron de tamaña ridiculez, que llegaron a sugerir que dentro de las mismas había la famosa cámara del G – 2 cubano para espiar los hogares venezolanos. Al poco tiempo Australia asumió la medida, los halagos, como en el caso español, no se hicieron esperar.
En este contexto de demagogias y propaganda, se desarrolla una cumbre más del G – 8, que a falta de argumentos y decisiones firmes en relación a los grandes problemas que aquejan a la humanidad, empujan los balones fuera acusando a la OPEP de la crisis energética, sin mirar el modelo de consumo instalado en sus respectivas sociedades; buscan paliativos a las carencias de energía, sustituyendo los agotables recursos fósiles por alimentos, sin reconocer públicamente las repercusiones que está teniendo en el incremento desmedido de rubros básicos de la dieta de los pueblos en los mercados internacionales y cuyas peores consecuencias la viven los países más pobres.