El company Antonio ens fa arribar aquests escrits. El primer seu, sortit de l'ànima arran la sobtada mort del seu germà i la seva mare aquest any. El segon, del seu fill i poeta. Les companyes i companys fem nostres les seves paraules. Fa uns dies ens solidaritzàvem amb el company colombià. Tenim aquí també, una mostra de com l'horror i la barbàrie es va instal·lar a l'estat espanyol arran l'aixecament feixista del 1936. Una forta abraçada Antonio i als teus familiars. Diu l'Antonio ... El día 25 de Noviembre del año 1939, fueron asesinados 10 hombres fusilados “por orden del juez militar de la plaza” según consta en el registro de defunciones, en la pared que hay junto a la entrada de este cementerio de Castro del Rio, después de una pantomima de juicio sumarísimo en el que el abogado defensor, le pedía perdón al tribunal por tener que defender a un “rojo”. Esto es algo en lo que me baso por los diferentes escritos que hablan de esa época, ya que nosotros, los familiares, no tenemos ninguna constancia de juicios ni expedientes en los que aparezca el nombre de ninguno de ellos y esto después de 33 años de democracia en la que los cuerpos de miles de desaparecidos y fusilados en la postguerra siguen sin ser enterrados con dignidad por sus familiares como en justicia debería de haber sido. Uno de estos hombres era mi abuelo Rafael Medina Ramirez quien a los 46 años de edad le quitaban la vida, desde entonces y hasta ahora, sus restos descansan junto con los de cerca de 200 más en una fosa común situada donde nos encontramos en estos momentos. Ese día, significo para mi abuela Francisca Trenas Velasco que en aquel fatídico día tenía 42 años, para mi madre Mª Luisa Medina Trenas con 14 y para mi tío Rafael Medina Trenas con 16 el comienzo de un largo suplicio, una pesada gran cruz que les ha acompañado durante toda su vida.
Yo vine al mundo 17 años después y de niño me enseñaban en el colegio de Espejo (y posteriormente en el de Ripollet), además de muchísimas canciones del “glorioso” movimiento nacional y de una más que cuidada formación del espíritu nacional, que los rojos eran unos criminales, “diablos” en definitiva y nos lo dibujaban con rabo y cuernos como si fueran demonios. Pero en mi casa, a mi abuela y a mi madre les oía hablar mucho de mi abuelo y les escuchaba decir que lo fusilaron en la guerra y cuando hablaban de el, lo hacían con verdadera pasión cómo de un hombre bueno y honrado, por lo que empecé a tener ciertas dudas: o bien en el colegio no me decían la verdad o era mi familia la que me engañaba, naturalmente opte por dar la razón a mi familia porque sabía de su honradez y del cariño con el que nos han tratado siempre y a partir de ese momento se me abrió un mundo nuevo en el que no me creía nada de lo que me decían en el colegio ni en la historia oficial. Nos fuimos (o nos llevaron nuestros padres) a la emigración, como tantos otros de nuestro pueblo en busca de oportunidades que aquí se nos negaban y cuando tenía 16 años en 1972, volví por primera vez a Espejo, con mi primo Pepe, vinimos a este cementerio a ver si encontrábamos la tumba donde estaba enterrado mi abuelo y después de buscar entre las tumbas que habían en el suelo para ver si encontrábamos alguna con su nombre, encontramos una cuyas iniciales se correspondían con las de el, la limpiamos y dibujamos la hoz y el martillo. Ilusos de nosotros, ya que posteriormente nos enteramos que los habían sepultado como a un perro en una fosa común. Ese era nuestro pequeño homenaje al abuelo al que no tuvimos la oportunidad de conocer, no nos dejaron porque fue asesinado por sus ideas porque estas no tenían cabida con las que querían imponer en la nueva España de Franco.
Mi madre falleció el día 23 de Marzo, se fue una hora después de enterarse de que su hijo Rafael, mi hermano falleciera, su corazón no pudo soportar esa pérdida porque se puede sobrevivir a los padres, eso es ley de vida, pero sobrevivir a los hijos eso es muchísimo más duro. Toda su vida fue como una loba con su camada, protectora al máximo con sus hijos y sus nietos, inclusive nos daba la razón aunque en ocasiones no la tuviéramos. Y se fue sin enterarse de que estaban empezando a exhumar los cuerpos de los asesinados en Castro del Rio, entre ellos el de su padre al que quería con locura, ella hubiera querido venir aquí cuando eso pasara, pero ha sido imposible, por eso nosotros en honor a su memoria, cumplimos con su última voluntad traemos sus restos aquí junto con los de mi abuela Francisca que falleció en el año 1977 y que estaba enterrada en el cementerio de Collserola en Cerdanyola, para que descansen junto a los de su marido y padre 71 años después, creemos que eso es lo que les hubiera gustado a las dos, esto lo hacemos, no solo por ellas, sino por nosotros, porque creemos que debemos vivir teniendo presentes los deseos de nuestros seres queridos. Pero lo que toca ahora es pasar no ya una página, sino comenzar un nuevo capítulo, una nueva etapa, la vida debe continuar para los que nos quedamos y los que se fueron continuaran vivos en nuestros pensamientos cada día cuando pensemos en ellos, en las pequeñas anécdotas que nos pasaron con ellos, cada vez que nos acordemos de ellos, ellos estarán aquí, mientras cualquiera de nosotros lo esté, es por esto por lo que debemos vivir el ahora, pensando en el pasado pero sin que nos condicione el presente, porque estoy convencido de que es lo que querrían ellos, que vivamos la vida buscando la mayor felicidad posible, disfrutando de esta vida que nos ha tocado vivir, porque la muerte forma parte de la vida y a todos nos llegará nuestra hora más tarde o más temprano y porque la vida a pesar de todas las desgracias, es bella y merece la pena ser vivida en profundidad, pero sobre todo con honradez y justicia ese es el mejor homenaje que les podemos hacer a nuestros seres queridos cuyos restos incinerados depositamos hoy aquí.
Antonio Santos
Marcharon los dos
Marcharon los dos
Él se fue primero
Ella fue a buscarlo
Juntos se durmieron
¿Dónde está mi tito?
¿Dónde está mi abuela?
Olivo y campiña
Verde, azul del cielo
Padre, tío, hermano
Amado, compañero
Madre, abuela amada
Amada del abuelo
Dicen que no hay nada
Otros que hay un Cielo
Yo sé que están dentro
¡Ellos no se fueron!
Mas si no se fueron
¿Por qué estoy llorando?
¿Por qué no les toco?
¿Por qué no les veo?
Ellos no marcharon
Que están en mi pecho
En lo caminado
Y en lo que ahora siento
Marcharon los dos
Él se fue primero
Ella fue a arroparlo
-“Ya no tengas miedo”-
Carlos Santos Ávila, nieto y sobrino