Un recorrido por la vida del líder de la
Revolución Cubana, en el relato de la escritora Katiuska Blanco "Fidel
Castro Ruz: guerrillero del tiempo"
Fidel, en retrospectiva
Cecilia Escudero
Revista Debate
El libro Fidel Castro
Ruz: guerrillero del tiempo desanda el camino del recuerdo del líder de
la Revolución Cubana. Lo hace mediante el relato de un Fidel Castro
íntimo, quien, pese a su aversión por ventilar asuntos personales,
aceptó el “cuestionario inquisidor” de la escritora cubana Katiuska
Blanco Castiñeira. Así, las memorias del dirigente histórico de la
Revolución comenzaron a tomar forma desde la primera conversación entre
ambos, en 1993. Este primer tomo, de un total de dos, abre con los
recuerdos de la infancia del comandante de Sierra Maestra y cierra, en
diciembre de 1958, previo al triunfo de la Revolución. En diálogo con
Debate, Blanco Castiñeira adelanta parte del contenido de la obra que
estará en las librerías de Buenos Aires la próxima semana (Ediciones
Cartago) y que hace hincapié en la faceta personal de las vivencias de
Castro.
¿Por qué vale la pena adentrarse en la intimidad de un líder revolucionario como Fidel?
Creo que es importante conocer la faceta personal de los grandes
líderes. Fidel es una de las personalidades históricas más importantes.
Es un hombre de la talla de seres como Benito Juárez, José Martí o
Ernesto Guevara, entre otros. Por ello, se sabe mucho sobre su papel
como estadista, la contribución que ha hecho como jefe de una Revolución
que ha trascendido sus propias fronteras. Sin embargo, se sabe muy poco
sobre su vida intima, personal. Él mismo lo quiso así. Creo que con
inteligencia y derecho, mantuvo su vida privada resguardada. No hay que
olvidar que ha logrado sobrevivir a más de seiscientos atentados.
Además, Fidel no quiso que su familia gozara de ningún beneficio
heredado por el parentesco. Por último, trató de evitar el culto a la
personalidad. Por todas esas razones, la historia íntima de Fidel era
desconocida hasta en la propia Cuba.
¿Qué hizo que Castro cambiara de parecer respecto de este tema?
Pasaron los años…Y cuando él cumplió los 70, quedó impresionado de que
todos empezaran a hablar sobre “los 70 de Fidel”. Es como si se hubiera
dado cuenta del paso del tiempo. Entonces, pese a su natural
predisposición al pudor, empezó a andar por el camino del recuerdo y del
regreso hacia los espacios más íntimos, como los de su infancia en la
localidad de Birán. Por ejemplo, accedió a que, por primera vez, se
hablara de sus padres en público. De ahí surgió mi primer libro. Luego,
en 2009, cuando con Fidel, una tarde, charlábamos sobre temas del todo
disímiles, me dijo: “¿por qué no preparas un cuestionario
inquisitorio?”. Ahí empezamos a trabajar en sus memorias. Yo tenía la
intención de que fuera un escrito en primera persona. Pero él decía que
iba a ser un libro muy aburrido y que prefería que fuera en un formato
de preguntas y respuestas.
El libro comienza con la niñez del líder de la Revolución Cubana, ¿qué vivencias subrayó como significativas en su relato?
Muchos sucesos. Algunos de ellos en su casa de Birán, otros que
tuvieron lugar en Santiago de Cuba y, luego, en el colegio de Belén. Es
la etapa de la niñez, la adolescencia y la juventud inicial. En primer
lugar, hay que decir que él y sus hermanos fueron muy queridos por sus
padres. En este sentido, Fidel destaca los cuidados de su mamá y la
presencia de su papá. Asimismo, ese resguardo familiar estuvo acompañado
de una tremenda libertad. Porque creció como un niño sin ataduras.
¿Qué significa?
Ocurre que, a pesar de que la familia Castro había conseguido una
posición económica holgada, el origen de ellos era muy humilde. Por eso,
no tenían una cultura excluyente o de clase alta que le impidiera a
Fidel relacionarse con los más pobres de la zona, que eran, por ejemplo,
los braceros haitianos, quienes llegaban en barcas a Cuba a cortar
caña. Sus amigos eran los sembraderos, los que trabajaban con él en los
negocios de las fincas, y no los miembros de otras familias de
terratenientes. Pienso que eso lo marcó a futuro; es decir, el hecho de
estar junto a quienes no tenían nada, los campesinos, los más humildes.
Luego, en Santiago, él vive una experiencia extraordinaria, de la que
también se acuerda mucho.
¿Como cuando dejó su casa natal para ir a estudiar a Santiago de Cuba?
Sí. Desde el punto de vista humano fue dramático ya que, siendo niños,
Fidel y su hermana Angelita fueron objeto de una especie de negocio.
Ocurrió cuando la maestra de ellos en Birán propuso que ambos se fueran a
vivir con su familia a Santiago para que pudieran seguir estudiando.
Los padres aceptaron y comenzaron a enviarle el dinero para la
manutención. Pero, la docente ahorraba ese dinero y la casa resultó ser
un lugar muy precario, donde llovía más adentro que afuera, y donde los
niños pasaron hambre real. Fidel se acuerda muy bien de esa experiencia.
Claro que la rememora con su humor característico. Dice que se trató de
“hambre colectivo”, ya que la familia de la maestra también lo padecía.
Él recuerda que no era consciente de lo que ocurría.
¿Qué sucedió luego?
Fidel dice al respecto: “Luego, llegó el armisticio”. La maestra
prometió que no ocurriría lo mismo. De todas maneras, él ya estaba
cansado de las disciplinas que le imponían en esa casa francesa, porque
eran haitianos descendientes de franceses. Así fue que luego de unas
“rebeliones”, como las llama, enviaron a Fidel como interno de un
colegio, tal como él quería. Entonces, nunca regresa a esa casa. Su
experiencia escolar indica que fue un alumno académicamente bueno, pero
que no soportaba el atropello, el maltrato. Siempre sintió esa suerte de
rebeldía que después se manifestó de una manera política.
En la etapa universitaria…
Ahí sí ya es con conciencia. Se forma como un revolucionario, en primer
lugar, tratando de buscar su lugar en la propia universidad. Fue muy
importante para Fidel la experiencia vivida en la Argentina con la
Reforma Universitaria Argentina de 1918, una gran influencia para el
siglo XX cubano. Fidel comprendió el importante papel que juega a nivel
social una casa de estudio.
Ya recibido, de vacaciones en Estados Unidos, pensó en estudiar en Harvard. ¿Es así?
Sí, durante su viaje a Nueva York, durante la luna de miel de su primer
matrimonio, él pensó en tomar una beca en Harvard o en Francia. Aunque,
de todas maneras, nunca pensó esta alternativa con un propósito
individual. Tenía la intención de preparase en estudios de Economía,
porque consideraba que era necesario superarse y articular conocimientos
con lucha social. Lo que pasa es que, cuando él regresó a Cuba, se dio
cuenta de que las cosas habían tomado un camino que le impedía irse
lejos. Significaba perder un momento histórico del país.
Como
hombre de leyes, ¿de qué manera vivió el momento en el cual entendió
que la lucha armada era la vía para derrocar a Fulgencio Batista?
A
finales de los años cuarenta, Fidel ya había trazado su estrategia
revolucionaria y, por eso, estaba en el juego político de la época, como
miembro del Partido Ortodoxo. Él buscaba ser nombrado representante en
las elecciones generales de 1952 para así, desde la Cámara, lanzar un
proceso revolucionario. Todas esas esperanzas murieron cuando Batista
dio el golpe de Estado ese año. A partir de ese hecho, la mayoría de los
cubanos, incluido Fidel, tenía claro que si Batista había subido por la
fuerza, sólo por la fuerza se iba a bajar. Una comprensión basada
también en el pasado negro que nutría el curriculum de Batista. Además,
no hay que olvidar que Batista era candidato a presidente y usurpó el
poder cuando supo que no podía ganar. De todas maneras, en estos tiempos
iniciales, Fidel no imaginaba que él iba a ser quien liderara el
proceso revolucionario.
¿Pensaba en alguien más?
Así es. Él creyó que los miembros del Partido Ortodoxo iban a cumplir
con su papel ante la historia. Incluso, como referente de la juventud
ortodoxa, pone a disposición las fuerzas que había comenzado a nuclear.
Sin embargo, muchos no estaban dispuestos a ir tan lejos. Cuando
decidieron, en 1953, asaltar el cuartel Moncada, Fidel sí ya tiene claro
que el jefe de ese colectivo de jóvenes revolucionarios es él. Era el
dirigente al que todos seguían. Compañeros cercanos, como Abel
Santamaría, trabajaban y le daban parte de su salario para que Fidel se
convirtiera en un revolucionario profesional.
En México, Fidel conoció a Ernesto Guevara, ¿qué impresiones rememora de aquel encuentro?
Durante
las entrevistas para el libro, comenté a Fidel que es muy conocido lo
que el Che pensó de Fidel, pero no tanto lo que él pensó de aquel joven
que aún no era un guerrillero. Fidel recuerda que, antes de conocerlo,
los cubanos exiliados en México le hablaban mucho del Che. También que
durante la primera conversación le pareció una persona muy noble,
sincera y que tenía un aspecto muy humilde. Cuenta que cuando él nombró
al Che como jefe del campamento de entrenamiento, varios sintieron
recelos. Es que, en México, estaban los veteranos del ataque al Moncada.
Y, en su momento, muchos no quisieron aceptar la autoridad de alguien
que no fuera cubano. Pero eso ocurrió al inicio, porque después, en la
guerra, todos querían estar a las órdenes del Che. Fidel confió siempre
en el Che, al punto de que el segundo comandante de la guerrilla cubana
era Guevara. Raúl, Juan Almeida, Camilo Cienfuegos son ascendidos a
comandantes de la guerrilla casi un año después.
Ya
que usted trabajó en la faceta personal de esta historia, ¿cómo
repercutía la actividad de los hermanos Castro en la familia?
Hay una anécdota que puede ser ilustrativa. Cuando el asalto al Moncada
resultó fallido, Fidel emprendió una larga caminata hacia las montañas
con un grupo de hombres que había logrado reagrupar. En el camino,
durante el cual Fidel pensaba cómo darle continuidad al ataque, el grupo
paró en la casa de unos campesinos que tenían una radio a batería y la
primera pregunta que Fidel hizo al entrar en aquella casa fue: “¿Usted
sabe, señora, si el hermano del jefe del asalto al Moncada está vivo?”.
Fidel cuenta que él era el responsable de Raúl ante sus padres, quienes
siempre se estaban quejando del “becerrito”. Pero, Fidel les había
pedido que le dejaran a Raúl bajo su responsabilidad, qué él lo iba a
hacer estudiar y demás. Raúl terminó liderando una de las columnas de
ataque durante aquel hecho emblema de la Revolución. Fidel cuenta que él
hubiera querido que Raúl se quedara en México, pero que no podía
negarle el derecho como cubano a pelear por su país.
¿Los padres comprendían la actividad de sus hijos?
Como todos los padres, no querían que sus hijos estuvieran en riesgo.
Sin embargo, nunca les reprocharon nada. Cuando Fidel ataca el Moncada,
su padre ya tenía una idea de que eso había que respetarlo y apoyó a sus
hijos pese a que Ángel Castro era más bien conservador. Un hombre sin
mucha formación, que tenía posesión de tierras y no simpatizaba con las
ideas comunistas. Creo que Fidel sintió toda su vida no haber podido
hablar con él antes de su muerte. Porque cuando se fue a México
exiliado, luego del Moncada, Fidel nunca más pudo hablar con su papá y,
cuando regresó a Cuba, a bordo del Granma, en 1956, éste había muerto
hacía poco. Durante ese lapso, en la familia se cuenta que el papá de
los Castro vivía pegado a la radio esperando noticias de sus hijos.
Sabía que ellos volverían porque Fidel había dicho, en noviembre de
1955, la famosa frase de “seremos libres o mártires”, preanunciando la
revolución que se venía. Y Castro padre sabía que cuando Fidel decía
algo, cumplía.
Por cuestiones de edad, la dirigencia
histórica de Sierra Maestra será próximamente reemplazada. ¿Cómo avizora
una Cuba sin Fidel?
La verdad es que, así como hoy, más de
cien años después de su caída en combate, no se puede hablar de una
Cuba sin José Martí, de igual modo no se avizora una Cuba sin Fidel,
sino con él como una presencia definitiva en su futuro. ¿Cómo podría
hablarse de Venezuela sin Bolívar? Son de aquellos héroes, al decir de
Miguel Ángel Asturias, que se quedan velando. Fidel está instalado en el
futuro no sólo de Cuba, sino de nuestra región y del mundo. Él dijo una
vez de Martí que era un árbol que crece. Para mí, Fidel es un monte que
crece. Sus ideas perdurarán y esto que afirmo es y no es poesía.
CAMBIOS EN EL MODELO
¿Cuál es su lectura sobre la “actualización” en curso del modelo socialista implementada por el presidente Raúl Castro?
Se
trata de un ejemplo de madurez de la Revolución Cubana, pero también de
una afirmación de nuestra tradición. El proceso político social
revolucionario cubano, dirigido por Fidel y Raúl, siempre ha sido
ejemplo de antidogmatismo, flexibilidad, conocimiento profundo de las
condiciones históricas y aplicación dialéctica de los principios
marxistas-leninistas. Si usted desea ser fiel a doctrinas del
materialismo histórico y dialéctico, no puede aferrarse a los manuales,
sino interpretar el signo de los tiempos y aplicarlos de forma creadora.
Fidel expresó una vez algo así: “Lo que no comparto con los técnicos es
que se enamoran del modelo” o aquella otra idea: “Prefiero el viejo
reloj, los viejos espejuelos, las viejas botas... y en política, todo lo
nuevo”. Para nuestros enemigos sería mejor que Cuba no interpretara las
necesidades actuales de nuestra sociedad, en un mundo marcado por
desigualdades y adversidades económicas y tecnologías de comunicación
avanzadas. Ellos preferirían que Cuba se anclara en el pasado, se
anquilosara, se volviera obsoleta o vieja, pero Cuba sigue siendo joven y
una nación de futuro, donde cada paso que se adelanta es fruto de los
esfuerzos y la opinión de todos y, en primerísimo lugar, de sus
dirigentes históricos.
Fuente:
http://www.revistadebate.com.ar//2012/06/01/5481.php