jueves, 30 de octubre de 2014

Freddy Gutiérrez: "La criticidad es un estado de conciencia y no tenerla impide al hombre desarrollarse"




Freddy Gutiérrez Trejo es un abogado constitucionalista, profesor universitario en cursos de pre y postgrado: Universidad Central de Venezuela, Universidad de Bonn en Alemania, Instituto Pedro Gual de Altos Estudios Diplomáticos y Universidad Simón Bolívar. Magíster Scientiarum en Derecho Económico Internacional y Derecho del Trabajo. Fue miembro de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Relator Especial para Trabajadores Migrantes. Comisionado Presidencial a la Unión de Naciones Suramericanas UNASUR, son entre muchas otras funciones que ha cumplido a lo largo de su carrera profesional.

Nacido en Santa Cruz de Mora, Mérida, ha dedicado su vida a la política y a la defensa de los derechos humanos. Desde muy temprana edad, con apenas 14 años, comenzó su actividad en la arena de la política nacional.

Gentilmente nos concedió esta entrevista, en la cual habló de sus experiencias como defensor de los derechos humanos en casos muy sonados de nuestra historia contemporánea. Como miembro de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, tuvo que confrontar varios casos, como el asesinato de Oscar Arnulfo Romero, donde le tocó ver los crímenes más atroces durante el conflicto armado en El Salvador (1981-1992) así como los terribles bombardeos del imperio estadounidense sobre los barrios Chorrillo y San Miguelito en Panamá.

A lo largo de la entrevista, Gutiérrez rememora eventos y personajes con quienes le tocó transitar y que han construido parte de la historia de la patria grande: Ali Primera, Elio Gómez Grillo, Ernesto Cardenal, Hugo Chávez Frías, Julián Conrado.

Una interesante información que nos dió, fue la visita de Camilo Torres a Guárenas, sitio donde decidió tomar las armas para luchar por la liberación de Colombia.




 

miércoles, 29 de octubre de 2014

Bruno Rodríguez Parrilla en ONU: Los daños humanos del bloqueo crecen





El Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, declaró necesario poner fin al Bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por EE.UU. a la isla en el sexagésimo noveno período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

A continuación el discurso íntegro:

Señor Presidente:
Distinguidos Representantes Permanentes:

Señores Delegados:

La Asamblea General de las Naciones Unidas considera hoy por vigésima tercera ocasión este tema tan importante para la comunidad mundial porque atañe al Derecho Internacional que protege a los Estados grandes y pequeños, ricos y pobres y es la garantía de la independencia de todos, así como al ejercicio de la soberanía nacional que es la base de la igualdad soberana.

También tiene una relación directa con el disfrute de los derechos humanos por todas las personas y por todos los pueblos.

Este asunto concierne a la libertad de comercio y navegación que protege los intereses de los Estados, las compañías y los ciudadanos.

Sin embargo, nos reunimos en una coyuntura internacional muy peculiar caracterizada por graves amenazas a la paz y seguridad internacionales, guerras atroces y actos terroristas de extraordinaria crueldad, por el peligro que significa la existencia de enormes arsenales nucleares, por los insólitos gastos en armamentos, inútiles para resolver ninguno de los grandes problemas de la población mundial que rápidamente se acerca a los 8 mil millones.

Es un momento crucial en el impacto del cambio climático que, entre otras circunstancias catastróficas, puede provocar inéditas hambrunas, pobreza extrema generalizada en regiones enteras y masivas oleadas migratorias.

Vivimos en una época marcada por la crisis global sistémica y la superposición de sus componentes económico, alimentario, energético e hídrico.

Junto a la pobreza, que cobra más vidas que la guerra, aumenta el riesgo de graves enfermedades como la del ébola, que si no se detiene y resuelve en las hermanas naciones afectadas de África Occidental, con la cooperación urgente y eficaz de todos, podría convertirse en una de las peores pandemias de la historia.

Como declaró recientemente el presidente Raúl Castro Ruz, “ese noble y urgente objetivo reclama el esfuerzo y el compromiso indispensables de todas las naciones del mundo, según las posibilidades de cada una. Consideramos que debe evitarse cualquier politización de este grave problema que nos desvíe del objetivo fundamental, que es la ayuda en el enfrentamiento a esta epidemia en África y en la prevención en otras regiones”.

Se trata de un conjunto sin precedentes de problemas nuevos y viejos que tienden a hacer insostenible la vida humana. Ninguno de ellos puede resolverse si no cambia nuestra actitud, nuestra manera de encarar y transformar la realidad, para cooperar genuinamente en aras de la supervivencia de la Humanidad.

Como escribió en días recientes el compañero Fidel Castro, “cualquier persona consciente sabe que las decisiones políticas que entrañan riesgos para el personal, altamente calificado, implican un alto nivel de responsabilidad por parte de quienes los exhortan a cumplir una peligrosa tarea. Es incluso más duro todavía que la de enviar soldados a combatir e incluso morir por una causa política justa, quienes también lo hicieron siempre como un deber.

“El personal médico que marcha a cualquier punto para salvar vidas, aun a riesgo de perder la suya, es el mayor ejemplo de solidaridad que puede ofrecer el ser humano…”

Señor Presidente:

Es un hecho que, en el último período se ha recrudecido el bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba y también, que se ha intensificado su aplicación extraterritorial en todas las regiones, especialmente mediante la imposición de enormes e insólitas multas por 11 mil millones de dólares contra 38 bancos, como el francés BNP Paribás, que realizan transacciones con Cuba y otros países.

Los daños económicos acumulados, enormes para una economía pequeña, alcanzan 1 billón 112 mil 534 millones de dólares, calculados al valor del oro, el cual está siendo manipulado por los creadores del nefasto sistema monetario imperante que sufre ya los efectos de una crisis insuperable que golpea a los países más pobres.

Los daños humanos del bloqueo crecen. Son ya el 77% de los cubanos los que nacieron bajo estas circunstancias. El sufrimiento de nuestras familias no puede contabilizarse. Son muchas las convenciones internacionales que lo prohíben, incluida la de Ginebra de 1948 contra el genocidio. Se afecta el ejercicio de los derechos humanos de un pueblo entero. Se obstaculiza seriamente el desarrollo económico del país.

Aunque nuestros sistemas de atención social y salud logran impedir las pérdidas de vidas, ninguna persona honesta, en el mundo ni en los Estados Unidos, podría apoyar sus devastadoras consecuencias.

Pese a todo, nuestra cultura nacional, la educación y la garantía de derechos e iguales oportunidades nos permiten ser una sociedad instruida y solidaria.

Señor Presidente:

A ambos lados del Estrecho de la Florida, los pueblos de Estados Unidos y Cuba han tenido siempre profundos vínculos.

A pesar de las sistemáticas campañas de mentiras, contra nuestro país, a lo largo de medio siglo, el pueblo estadounidense apoyó la devolución a su familia del niño cubano secuestrado en 1999.
Cuba ofreció toda la ayuda a su alcance, desde las primeras horas, ante los terribles actos terroristas del 11 de septiembre del 2001, cuando miles de aviones no tenían dónde aterrizar y luego para paliar la falta de antibióticos cuando se produjeron ataques con ántrax en los Estados Unidos.

Sinceramente preocupados por los daños que estaba provocando el huracán Katrina, en 2005, ofrecimos cooperación médica al pueblo de Nueva Orleans y de allí, surgió el Contingente Médico Especializado en Desastres y Epidemias Henry Reeve, un heroico joven norteamericano que luchó en el siglo XIX por la independencia de Cuba, el cual está ahora desplegado en Sierra Leona, Liberia y Guinea. Su prestigioso nombre identificó aquel destacamento que en el 2005 asistió a Paquistán a raíz del terremoto, y continuó una fructífera cooperación con los médicos militares estadounidenses, iniciada en El Salvador después del sismo de 2001 y en Guatemala, en los años 2002 y 2003 durante el tratamiento de la oncocercosis o “ceguera de los ríos”.

En el 2010, a raíz del sismo en Haití, Estados Unidos y Cuba cooperaron igualmente a favor de esa sufrida nación.

El Gobierno cubano, invariablemente, compartió con el de Estados Unidos informaciones sobre planes de actos terroristas o atentados dirigidos contra este.

Pese a las viejas tensiones y los intentos de extremistas violentos y grupos terroristas de provocarla, no ha habido una guerra, ni han muerto jóvenes norteamericanos en Cuba. Aunque se le ha calumniado, Cuba jamás ha sido una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos.

No hay hostilidad entre nuestros pueblos. Cuba acoge hospitalariamente a los pocos norteamericanos a los que su gobierno permite visitarla o que asumen los riesgos legales de hacerlo, y a quienes vienen a brindarnos ayuda humanitaria, como los “Pastores por la Paz” o a estudiar medicina en nuestro país.

Son conocidos los sondeos de opinión que muestran el apoyo creciente y mayoritario de absolutamente todos los sectores de la sociedad norteamericana al levantamiento del bloqueo y a la normalización de las relaciones bilaterales. Es particularmente notorio que ello ocurre aun más marcadamente en la Florida, donde también lo confirma la tendencia del voto electoral en las últimas elecciones presidenciales.

Figuras políticas de las más diversas tendencias y académicos relevantes reconocen que esta política ha fracasado en sus propósitos y no responde a los intereses nacionales de esa potencia. Basta leer los editoriales del New York Times de las últimas semanas.

Líderes religiosos plantean legítimas e inobjetables razones éticas y humanitarias para pedir el cambio.

Los norteamericanos reclaman la libertad de viajar al único lugar del planeta al que se les prohíbe hacerlo y el derecho a recibir información directa y personal de la realidad cubana.

Organizaciones empresariales y hombres de negocios consideran que el bloqueo perjudica sus intereses económicos. La mayoría de la opinión pública se opone a mantener el rumbo actual y lo expresa de forma cada vez más crítica.

La emigración cubana, ha sufrido medidas discriminatorias y numerosos obstáculos a la reunificación familiar, los viajes en ambas direcciones, los costos excesivos que se le imponen, la manipulación política e incluso, violencia terrorista, y desea mayoritariamente paz y bienestar para sus familias y su pueblo y vínculos normales con su nación de origen.

¿Por qué alentar el uso ilegal de las tecnologías de la información en vez de autorizar negocios en materia de telecomunicaciones mutuamente provechosos? ¿Por qué impedir la conexión de Cuba a los cables submarinos cercanos lo que limita y dificulta nuestra conectividad?
El bloqueo daña a Cuba pero daña también a los Estados Unidos.

La absurda y ridícula inclusión de Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo internacional, que sirve para justificar sanciones financieras adicionales, desprestigia a los Estados Unidos.

Los 16 años de injusta y fraudulenta prisión impuesta a los tres luchadores antiterroristas cubanos no los han debilitado. Por el contrario, los han convertido en héroes y ejemplo para las futuras generaciones de cubanos y motivo de orgullo para los que con sus sacrificios, forjaron el camino de la nueva Cuba.

La decisión de eliminar el bloqueo sería bienvenida a escala mundial y resultaría una influencia unitaria, a favor de la paz y la solución pacífica de los conflictos y las diferencias.

Después de las medidas limitadas pero positivas del 2009 y 2011 sobre las visitas familiares, las remesas de los cubanos asentados en su territorio y los viajes de determinadas categorías de ciudadanos estadounidenses para intercambios de diversa índole, se ha ampliado a otros temas el diálogo a nivel técnico y se ha incrementado la cooperación en áreas como el enfrentamiento al narcotráfico, al delito trasnacional, al tráfico de personas, en la prevención de derrames de petróleo, en la búsqueda y salvamento de personas, en la seguridad aérea y de la aviación o ante hechos específicos.

La reacción de la sociedad norteamericana e internacional a estos modestos progresos ha sido de apoyo y aliento.

El Presidente Barack Obama tiene todas las prerrogativas constitucionales, sin ir al Congreso, para modificar aspectos determinantes del bloqueo e introducir una dinámica nueva y decisiva en la relación bilateral.

Señor Presidente:

Invitamos al gobierno de los Estados Unidos a una relación mutuamente respetuosa, sobre bases recíprocas, basada en la igualdad soberana, los principios del Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas.

Podemos intentar encontrar solución a las diferencias, mediante el diálogo respetuoso y la cooperación en aspectos de común interés. Podemos vivir y relacionarnos, de forma civilizada, dentro de nuestras diferencias.

Cuba nunca renunciará a su soberanía ni al camino libremente escogido por su pueblo para construir un socialismo más justo y eficiente, próspero y sostenible. Tampoco desistirá en la búsqueda de un orden internacional distinto ni dejará de luchar por “el equilibrio del mundo”.

Señor Presidente:
Distinguidos Representantes Permanentes:
Señores Delegados:

Debo pedirles en esta difícil y especial coyuntura internacional, votar a favor del proyecto de Resolución A/69/L.4 titulado “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, para apoyar la idea de que los graves problemas de este momento plantean a la Humanidad el imperativo de cambiar nuestra forma de relacionarnos para poder resolverlos, para preservar la paz, para preservar la vida humana.

Muchas gracias.

lunes, 13 de octubre de 2014

¿Por qué ganó Evo?



Atilio Borón

La aplastante victoria de Evo Morales tiene una explicación muy sencilla: ganó porque su gobierno ha sido, sin duda alguna, el mejor de la convulsionada historia de Bolivia. “Mejor” quiere decir, por supuesto, que hizo realidad la gran promesa, tantas veces incumplida, de toda democracia: garantizar el bienestar material y espiritual de las grandes mayorías nacionales, de esa heterogénea masa plebeya oprimida, explotada y humillada por siglos.



No se exagera un ápice si se dice que Evo es el parteaguas de la historia boliviana: hay una Bolivia antes de su gobierno y otra, distinta y mejor, a partir de su llegada al Palacio Quemado. Esta nueva Bolivia, cristalizada en el Estado Plurinacional, enterró definitivamente a la otra: colonial, racista, elitista que nada ni nadie podrá resucitar. Un error frecuente es atribuir esta verdadera proeza histórica a la buena fortuna económica que se habría derramado sobre Bolivia a partir de los “vientos de cola” de la economía mundial, ignorando que poco después del ascenso de Evo al gobierno aquella entraría en un ciclo recesivo del cual todavía hoy no ha salido.  Sin duda que su gobierno ha hecho un acertado manejo de la política económica, pero lo que a nuestro juicio es esencial para explicar su extraordinario liderazgo ha sido el hecho de que con Evo se desencadena una verdadera revolución política y social cuyo signo más sobresaliente es la instauración, por primera vez en la historia boliviana, de un gobierno de los movimientos sociales.  El MAS no es un partido en sentido estricto sino una gran coalición de de organizaciones populares de diverso tipo que a lo largo de estos años se fue ampliando hasta incorporar a su hegemonía a sectores “clasemedieros” que en el pasado se habían opuesto fervorosamente al líder cocalero.
Por eso no sorprende que en el proceso revolucionario boliviano (recordar que la revolución siempre es un proceso, jamás un acto) se hayan puesto de manifiesto numerosas contradicciones que Álvaro García Linera, el compañero de fórmula de Evo, las interpretara como las tensiones creativas propias de toda revolución. Ninguna está exenta de contradicciones, como todo lo que vive; pero lo que distingue la gestión de Evo fue el hecho de que las fue resolviendo correctamente, fortaleciendo al bloque popular y reafirmando su predominio en el ámbito del estado.  Un presidente que cuando se equivocó -por ejemplo durante el “gasolinazo”  de Diciembre del 2010- admitió su error y tras escuchar la voz de las organizaciones populares anuló el aumento de los combustibles decretado pocos días antes. Esa infrecuente sensibilidad para oír la voz del pueblo y responder en consecuencia es lo que explica que Evo haya conseguido lo que Lula y Dilma no lograron: transformar su mayoría electoral en hegemonía política, esto es, en capacidad para forjar un nuevo bloque histórico y construir alianzas cada vez más amplias pero siempre bajo la dirección del pueblo organizado en los movimientos sociales. 


Obviamente que lo anterior no podría haberse sustentado tan sólo en la habilidad política de Evo o en la fascinación de un relato que exaltase la epopeya de los pueblos originarios. Sin un adecuado anclaje en la vida material todo aquello se habría desvanecido sin dejar rastros.  Pero se combinó con muy significativos logros económicos que le aportaron las condiciones necesarias para construir la hegemonía política que ayer hizo posible su arrolladora victoria. El PIB pasó de 9.525 millones de dólares en 2005 a 30.381 en 2013, y el PIB per Cápita saltó de 1.010 a 2.757 dólares entre esos mismos años. La clave de este crecimiento -¡y de esta distribución!- sin precedentes en la historia boliviana se encuentra en la nacionalización de los hidrocarburos. Si en el pasado el reparto de la renta gasífera y petrolera dejaba en manos de  las transnacionales el 82 % de lo producido mientras que el Estado captaba apenas el 18 % restante, con Evo esa relación se invirtió y ahora la parte del león queda en manos del fisco. No sorprende por lo tanto que un país que tenía déficits crónicos en las cuentas fiscales haya terminado el año 2013 con 14.430 millones de dólares en reservas internacionales (contra los 1.714 millones que disponía en 2005). Para calibrar el significado de esta cifra basta decir que las mismas equivalen al 47 % del PIB, de lejos el porcentaje más alto de América Latina. En línea con todo lo anterior la extrema pobreza bajó del 39 % en el 2005 al 18 % en 2013, y existe la meta de erradicarla por completo para el año 2025. 


Con el resultado de ayer Evo continuará en el Palacio Quemado hasta el 2020, momento en que su proyecto refundacional habrá pasado el punto de no retorno. Queda por ver si retiene la mayoría de los dos tercios  en el Congreso, lo que haría posible aprobar una reforma constitucional que le abriría la posibilidad de una re-elección indefinida. Ante esto no faltarán quienes pongan el grito en el cielo acusando al presidente boliviano de dictador o de pretender perpetuarse en el poder.  Voces hipócritas y falsamente democráticas que jamás manifestaron esa preocupación por los 16 años de gestión de Helmut Kohl en Alemania, o los 14 del lobista de las transnacionales españolas, Felipe González. Lo que en Europa es una virtud, prueba inapelable de previsibilidad o estabilidad política, en el caso de Bolivia se convierte en un vicio intolerable que desnuda la supuesta esencia despótica del proyecto del MAS. Nada nuevo: hay una moral para los europeos y otra para los indios. Así de simple. 




miércoles, 8 de octubre de 2014

Día del Guerrillero Heroico y del sueño por un mundo digno e igualitario



Hoy se conmemora el Día del Guerrillero Heroico, en recuerdo a aquel 8 de octubre de 1967, cuando Ernesto Che Guevara cayó herido en combate durante una lucha encarnizada con soldados bolivianos. Al día siguiente fue fusilado en manos de las fuerzas armadas bolivianas por órdenes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), en una humildísima escuelita de la localidad de La Higuera, en Bolivia.

Este guerrillero es recordado 47 años después de su asesinato como el heroico combatiente revolucionario por la construcción de un mundo digno e igualitario. Hoy se rinde tributo a sus banderas de reinvindicación de la justicia social.

En 1967, a la cabeza de un grupo de guerrilleros cubanos y bolivianos, lo encontró la muerte en la quebrada del Yuro, perseguido por una compañía del ejército local dirigida y asesorada por expertos contrainsurgentes de los "rangers" norteamericanos. Herido en combate, las altas esferas del poder decidieron su ejecución y el ocultamiento de sus restos.

Una heroica semblanza

Ernesto Rafael Guevara de la Serna, conocido como el Che, fue político, escritor, periodista y médico argentino-cubano, uno de los ideólogos y comandantes que lideraron la Revolución Cubana. A lo largo de su vida y trayectoria profesional se destacó como ejemplo de lucha y revolución.

Nació en Argentina el 14 de mayo de 1928, en el Hospital Centenario de la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Era el mayor de cinco hermanos, hijo del arquitecto Rafael Ernesto Guevara Lynch y de Celia de la Serna y de la Llosa. En la Universidad Nacional de Buenos Aires obtiene el título de Doctor en Medicina y Cirugía el 11 de abril de 1953.

Che Guevara se destacó por ser defensor de los derechos humanos con una actitud patriótica e idealista. De espíritu luchador, dejó importantes huellas en la historia.

Entre 1954 y 1955 conoció a Antonio "Ñico" López y a Fidel Castro, personajes comprometidos con la consecución de un proceso revolucionario en Cuba, con la finalidad destituir al dictador Fulgencio Batistade para avanzar hacia una verdadera justicia social y política en su país.

Participó desde la Revolución en 1959 y hasta 1965 en la organización del Estado cubano. Desempeñó varios cargos oficiales sobre todo en el área económica: fue presidente del Banco Nacional y ministro de Industria. En el área diplomática actuó como responsable de varias misiones internacionales.

Convencido de la necesidad de extender la lucha revolucionaria en toda América Latina, entre 1965 y 1967, él mismo combatió en el Congo y en Bolivia. En este último país fue capturado y ejecutado de manera clandestina y sumaria por el Ejército boliviano en colaboración con la CIA.

Esta figura representa la lucha contra las injusticias sociales o de rebeldía y espíritu incorruptible. Su retrato fotográfico, obra del artista cubano Alberto Korda, es una de las imágenes más reproducidas del mundo tanto en su original como en variantes que reproducen el contorno de un rostro que destella la mirada del reclamo social.

En su honor el comandante Hugo Chávez decretó en 2009 este día como el Día del Médico Integral Comunitario.

Artículo de Fidel: Los héroes de nuestra época

Mucho hay que decir de estos tiempos difíciles para la humanidad. Hoy, sin embargo, es un día de especial interés para nosotros y quizá también para mu­chas personas.

A lo largo de nuestra breve historia revolucionaria, desde el golpe artero del 10 de marzo de 1952 promovido por el imperio contra nuestro pequeño país, no pocas veces nos vimos en la necesidad de tomar importantes decisiones.

Cuando ya no quedaba alternativa alguna, otros jóvenes, de cualquier otra nación en nuestra compleja situación, hacían o se proponían hacer lo mismo que nosotros, aunque en el caso particular de Cuba el azar, como tantas veces en la historia, jugó un papel decisivo.

A partir del drama creado en nuestro país por Estados Unidos en aquella fecha, sin otro objetivo que frenar el riesgo de limitados avances sociales que pudieran alentar futuros de cambios radicales en la propiedad yanki en que había sido convertida Cuba, se engendró nuestra Revo­lución Socialista.

La Segunda Guerra Mundial, finalizada en 1945, consolidó el poder de Estados Unidos como principal potencia económica y militar, y convirtió ese país —cuyo territorio estaba distante de los campos de batalla— en el más poderoso del planeta.

La aplastante victoria de 1959, podemos afirmarlo sin sombra de chovinismo, se convirtió en ejemplo de lo que una pequeña nación, luchando por sí misma, puede hacer también por los demás.

Los países latinoamericanos, con un mínimo de honrosas excepciones, se lanzaron tras las migajas ofrecidas por Estados Unidos; por ejemplo, la cuota azucarera de Cuba, que durante casi un siglo y medio abasteció a ese país en sus años críticos, fue repartida entre productores ansiosos de mercados en el mundo.

El ilustre general norteamericano que presidía entonces ese país, Dwight D. Eisenhower, había dirigido las tropas coaligadas en la guerra en que liberaron, a pesar de contar con poderosos medios, solo una pequeña parte de la Europa ocupada por los nazis. El sustituto del presidente  Roosevelt, Harry S. Truman, resultó ser el conservador tradicional que en Estados Unidos suele asumir tales responsabilidades políticas en los años difíciles.

La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas —que constituyó hasta fines del pasado siglo XX, la más grandiosa nación de la historia en la lucha contra la explotación despiadada de los seres humanos— fue disuelta y sustituida por una Federación que redujo la superficie de aquel gran Estado multinacional en no menos de cinco millones 500 mil kilómetros cuadrados.

Algo, sin embargo, no pudo ser disuelto: el espíritu heroico del pueblo ruso, que unido a sus hermanos del resto de la URSS ha sido capaz de preservar una fuerza tan poderosa que junto a la República Popular China y países como Brasil, India y Sudáfrica, constituyen un grupo con el poder necesario para frenar el intento de recolonizar el planeta.

Dos ejemplos ilustrativos de estas realidades los vivimos en la República Popular de Angola. Cuba, como otros mu­chos países socialistas y movimientos de liberación, colaboró con ella y con otros que luchaban contra el dominio portugués en África. Este se ejercía de forma administrativa directa con el apoyo de sus aliados.

La solidaridad con Angola era uno de los puntos esenciales del Movimiento de Países No Alineados y del Campo So­cialista. La independencia de ese país se hizo inevitable y era aceptada por la co­munidad mundial.

El Estado racista de Sudáfrica y el Go­bierno corrupto del antiguo Congo Belga, con el apoyo de aliados europeos, se preparaban esmeradamente para la conquista y el reparto de Angola. Cuba, que desde hacía años cooperaba con la lucha de ese pueblo, recibió la solicitud de Agostinho Neto para el entrenamiento de sus fuerzas armadas que, instaladas en Luanda, la capital del país, debían estar listas para su toma de posesión oficialmente establecida para el 11 de noviembre de 1975. Los soviéticos, fieles a sus compromisos, les habían suministrado equipos militares y esperaban solo el día de la independencia para enviar a los instructores. Cuba, por su parte, acordó el envío de los instructores solicitados por Neto.

El régimen racista de Sudáfrica, condenado y despreciado por la opinión mundial, decide adelantar sus planes y envía fuerzas motorizadas en vehículos blindados, dotados de potente artillería que, tras un avance de cientos de kilómetros a partir de su frontera, atacó el primer campamento de instrucción, donde varios instructores cubanos murieron en heroica resistencia. Tras varios días de combates sostenidos por aquellos valerosos instructores junto a los angolanos, lograron detener el avance de los sudafricanos hacia Luanda, la capital de Angola, adonde había sido enviado por aire un batallón de Tropas Especiales del Ministerio del Interior, transportado desde La Habana en los viejos aviones Britannia de nuestra línea aérea.

Así comenzó aquella épica lucha en aquel país de África negra, tiranizado por los racistas blancos, en la que batallones de infantería motorizada y brigadas de tanques, artillería blindada y medios adecuados de lucha, rechazaron a las fuerzas racistas de Sudáfrica y las obligaron a retroceder hasta la misma frontera de donde habían partido.

No fue únicamente ese año 1975 la etapa más peligrosa de aquella contienda. Esta tuvo lugar, aproximadamente 12 años más tarde, en el sur de Angola.

Así lo que parecía el fin de la aventura racista en el sur de Angola era solo el comienzo, pero al menos habían podido comprender que aquellas fuerzas revolucionarias de cubanos blancos, mulatos y negros, junto a los soldados angolanos, eran capaces de hacer tragar el polvo de la derrota a los supuestamente invencibles racistas. Tal vez confiaron entonces en su tecnología, sus riquezas y el apoyo del imperio dominante.

Aunque no fuese nunca nuestra intención, la actitud soberana de nuestro país no dejaba de tener contradicciones con la propia URSS, que tanto hizo por nosotros en días realmente difíciles, cuando el corte de los suministros de combustible a Cuba desde Estados Unidos nos habría llevado a un prolongado y costoso conflicto con la poderosa potencia del Norte. De­sa­parecido ese peligro o no, el dilema era decidirse a ser libres o resignarse a ser esclavos del poderoso imperio vecino.

En situación tan complicada como el acceso de Angola a la independencia, en lucha frontal contra el neocolonialismo, era imposible que no surgieran diferencias en algunos aspectos de los que po­dían derivarse consecuencias graves para los objetivos trazados, que en el caso de Cuba, como parte en esa lucha, tenía el derecho y el deber de conducirla al éxito. Siempre que a nuestro juicio cualquier aspecto de nuestra política internacional podía chocar con la política estratégica de la URSS, hacíamos lo posible por evitarlo. Los objetivos comunes exigían de cada cual el respeto a los méritos y experiencias de cada uno de ellos. La modestia no está reñida con el análisis serio de la complejidad e importancia de cada situación, aunque en nuestra política siempre fuimos muy estrictos con todo lo que se refería a la solidaridad con la Unión Soviética.

En momentos decisivos de la lucha en Angola contra el imperialismo y el racismo se produjo una de esas contradicciones, que se derivó de nuestra participación directa en aquella contienda y del hecho de que nuestras fuerzas no solo luchaban, sino que también instruían cada año a miles de combatientes angolanos, a los cuales apoyábamos en su lucha contra las fuerzas pro yankis y pro racistas de Sudáfrica. Un militar soviético era el asesor del gobierno y planificaba el empleo de las fuerzas angolanas. Discrepábamos, sin embargo, en un punto y por cierto importante: la reiterada frecuencia con que se defendía el criterio erróneo de emplear en aquel país las tropas angolanas mejor entrenadas a casi mil quinientos kilómetros de distancia de Luanda, la capital, por la concepción propia de otro tipo de guerra, nada parecida a la de carácter subversivo y guerrillera de los contrarrevolucionarios angolanos. En realidad no existía una capital de la UNITA, ni Savimbi tenía un punto donde resistir, se trataba de un señuelo de la Sudáfrica racista que servía solo para atraer hacia allí las mejores y más suministradas tropas angolanas para golpearlas a su antojo. Nos oponíamos por tanto a tal concepto que más de una vez se aplicó, hasta la última en la que se demandó golpear al enemigo con nuestras propias fuerzas lo que dio lugar a la batalla de Cuito Cuanavale. Diré que aquel prolongado enfrentamiento militar contra el ejército sudafricano se produjo a raíz de la última ofensiva contra la supuesta “capital de Savimbi” —en un lejano rincón de la frontera de Angola, Sudáfrica y la Namibia ocupada—, hacia donde las valientes fuerzas angolanas, partiendo de Cuito Cuanavale, antigua base militar desactivada de la OTAN, aunque bien equipadas con los más nuevos carros blindados, tanques y otros medios de combate, iniciaban su marcha de cientos de kilómetros hacia la supuesta capital contrarrevolucionaria. Nuestros audaces pilotos de combate los apoyaban con los Mig-23 cuando estaban todavía dentro de su radio de acción.

Cuando rebasaban aquellos límites, el enemigo golpeaba fuertemente a los valerosos soldados de las FAPLA con sus aviones de combate, su artillería pesada y sus bien equipadas fuerzas terrestres, ocasionando cuantiosas bajas en muertos y heridos. Pero esta vez se dirigían, en su persecución de las golpeadas brigadas angolanas, hacia la antigua base militar de la OTAN.

Las unidades angolanas retrocedían en un frente de varios kilómetros de ancho con brechas de kilómetros de separación entre ellas. Dada la gravedad de las pérdidas y el peligro que podía derivarse de ellas, con seguridad se produciría la solicitud habitual del asesoramiento al Presidente de Angola para que apelara al apoyo cubano, y así ocurrió. La respuesta firme esta vez fue que tal solicitud se aceptaría solo si todas las fuerzas y medios de combate angolanos en el Frente Sur se subordinaban al mando militar cubano. El resultado inmediato fue que se aceptaba aquella condición.

Con rapidez se movilizaron las fuerzas en función de la batalla de Cuito Cuanavale, donde los invasores sudafricanos y sus armas sofisticadas se estrellaron contra las unidades blindadas, la artillería convencional y los Mig-23 tripulados por los audaces pilotos de nuestra aviación. La artillería, tanques y otros medios angolanos ubicados en aquel punto que carecían de personal fueron puestos en disposición combativa por personal cubano. Los tanques angolanos que en su retirada no podían vencer el obstáculo del caudaloso río Queve, al Este de la antigua base de la OTAN —cuyo puente había sido destruido semanas antes por un avión sudafricano sin piloto, cargado de explosivos— fueron enterrados y rodeados de minas antipersonal y antitanques. Las tropas sudafricanas que avanzaban se toparon a poca distancia con una barrera infranqueable contra la cual se estrellaron. De esa forma con un mínimo de bajas y ventajosas condiciones, las fuerzas sudafricanas fueron contundentemente derrotadas en aquel territorio angolano.

Pero la lucha no había concluido, el imperialismo con la complicidad de Israel había convertido a Sudáfrica en un país nuclear. A nuestro ejército le tocaba por segunda vez el riesgo de convertirse en un blanco de tal arma. Pero ese punto, con todos los elementos de juicio pertinentes, está por elaborarse y tal vez se pueda escribir en los meses venideros.

¿Qué sucesos ocurrieron anoche que dieron lugar a este prolongado análisis? Dos hechos, a mi juicio, de especial trascendencia:
La partida de la primera Brigada Mé­dica Cubana hacia África a luchar contra el Ébola.
El brutal asesinato en Caracas, Vene­zuela, del joven diputado revolucionario Robert Serra.
Ambos hechos reflejan el espíritu heroico y la capacidad de los procesos revolucionarios que tienen lugar en la Patria de José Martí y en la cuna de la libertad de América, la Venezuela heroica de Simón Bolívar y Hugo Chávez.

¡Cuántas asombrosas lecciones encierran estos acontecimientos! Apenas las palabras alcanzan para expresar el valor moral de tales hechos, ocurridos casi simultáneamente.

No podría jamás creer que el crimen del joven diputado venezolano sea obra de la casualidad. Sería tan increí­ble, y de tal modo ajustado a la práctica de los peores organismos yankis de inteligencia, que la verdadera casualidad fuera que el repugnante hecho no hubiera sido realizado intencionalmente, más aún cuando se ajusta absolutamente a lo previsto y anunciado por los enemigos de la Revolución Venezolana.

De todas formas me parece absolutamente correcta la posición de las autoridades venezolanas de plantear la necesidad de investigar cuidadosamente el carácter del crimen. El pueblo, sin embargo, expresa conmovido su profunda convicción sobre la naturaleza del brutal hecho de sangre.

El envío de la primera Brigada Médica a Sierra Leona, señalado como uno de los puntos de mayor presencia de la cruel epidemia de Ébola, es un ejemplo del cual un país puede enorgullecerse, pues no es posible alcanzar en este instante un sitial de mayor honor y gloria. Si nadie tuvo la menor duda de que los cientos de miles de combatientes que fueron a An­gola y a otros países de África o América, prestaron a la humanidad un ejemplo que no podrá borrarse nunca de la historia humana; menos dudaría que la acción heroica del ejército de batas blancas ocupará un altísimo lugar de honor en esa historia.

No serán los fabricantes de armas letales los que alcancen merecido honor. Ojalá el ejemplo de los cubanos que marchan al África prenda también en la mente y el corazón de otros médicos en el mundo, especialmente de aquellos que poseen más recursos, practiquen una religión u otra, o la convicción más profunda del deber de la solidaridad humana.

Es dura la tarea de los que marchan al combate contra el Ébola y por la supervivencia de otros seres humanos, aun al riesgo de su propia vida. No por ello debemos dejar de hacer lo imposible por garantizarle, a los que tales deberes cumplan, el máximo de seguridad en las ta­reas que desempeñen y en las medidas a tomar para protegerlos a ellos y a nuestro propio pueblo, de esta u otras enfermedades y epidemias.

El personal que marcha al África nos está protegiendo también a los que aquí quedamos, porque lo peor que puede ocurrir es que tal epidemia u otras peores se extiendan por nuestro continente, o en el seno del pueblo de cualquier país del mundo, donde un niño, una madre o un ser humano pueda morir. Hay suficientes médicos en el planeta para que nadie tenga que morir por falta de asistencia. Es lo que deseo expresar.

¡Honor y gloria para nuestros valerosos combatientes por la salud y la vida!

¡Honor y gloria para el joven revolucionario venezolano Robert Serra junto a la compañera María Herrera!

Estas ideas las escribí el dos de octubre cuando supe ambas noticias, pero preferí esperar un día más para que la opinión internacional se informara bien y pedirle a Granma que lo publicara el sábado.
Artículo Los héroes de nuetra época


 
Fidel Castro Ruz
Octubre 2 de 2014
8 y 47 p.m.

lunes, 6 de octubre de 2014

Días peligrosos



Robert Serra. (Foto: Archivo)

 
El brutal asesinato de nuestros compañeros Robert y María, abrieron paso a unos días peligrosos, donde además del dolor por la muerte de dos jóvenes patriotas, el pueblo acusa el golpe de que le mataron a uno de los suyos.
 
El brutal asesinato de nuestros compañeros Robert y María, abrieron paso a unos días peligrosos, donde además del dolor por la muerte de dos jóvenes patriotas, el pueblo acusa el golpe de que le mataron a uno de los suyos, a uno de los que lo hace soñar con el futuro, entonces se agitan la ira y el sentimiento de venganza hacia los otros.

Especialmente a Robert, lo matan por joven, por inteligente, por ser portador de futuro, porque saben que causa dolor y que ese dolor se convierte en rabia que nos lleve a confrontarnos.

Asesinatos como los de Robert y María, son los detonantes de la llamada “Guerra de perros” ejecutada hoy tristemente en buena parte del norte de África y el Medio Oriente por parte de la OTAN. Es por ello que la palabra valiente y responsable del Presidente Nicolás Maduro, en la siembra de nuestros compañeros el pasado viernes, tiene que ser bien valorada por nosotros en el chavismo, y ojala por alguien de la oposición.

Dijo el Presidente Nicolás que por encima de los dolores debemos seguir luchando como siempre lo hemos hecho los revolucionarios, a nuestros mártires los honramos con lealtad y lucha; debe haber justicia constitucional con los responsables materiales e intelectuales, pero la mayor justicia seguirá siendo una revolución triunfante y nuestra victoria será la paz. Yo comparto plenamente esa posición. Es la conducta de un bolivariano y chavista.

Nuestro Libertador Simón Bolívar, llegando a Venezuela, en diciembre de 1826, para intentar evitar su separación de Colombia, la grande, le escribe al General Salom: “Aunque me cueste la vida, voy a impedir la guerra civil”. El Comandante Chávez fue en este tema, como en todos, un fiel seguidor de la doctrina bolivariana. Lo demostró, a riesgo de su propia vida, el 4 de febrero de 1992, el 11 de abril de 2002, en el referéndum del 2007 y en muchas otras ocasiones.

Pero la victoria de la paz no depende sólo del Presidente y de nosotros en el Chavismo, debería ser una corresponsabilidad con la oposición, pero ahí está la dificultad. En la derecha venezolana no se observa honestidad para este propósito.

Tomemos por caso la posición de Capriles respecto a la línea violenta expresada en la llamada “Salida”. En entrevista, realizada por Elizabeth Fuentes y Juan Carlos Zapata, el pasado 24 de Julio, éste reveló, refiriéndose al fracaso de La Salida, “La crisis económica y social era la que nos iba a permitir empujar la crisis política; pero se hizo al revés”. De seguido afirma: “Plantearon una crisis política sin que la crisis económica y social hubiese hecho lo que tenía que hacer”.

Es claro, él no está en desacuerdo con provocar la crisis política, sino que hay que esperar que la guerra económica haga su trabajo de generar una explosión social. No hay voluntad democrática y de dialogo en esas afirmaciones, como tampoco la tuvo el 14 de abril de 2013, cuando mandó a sus seguidores a “descargar la arrechera”. Pareciera que no es Capriles un interlocutor sincero para un dialogo a favor de la paz y la estabilidad de la Patria.

Otro mensaje negativo, a favor del propósito del dialogo y la paz, es la reciente designación del Sr. Torrealba como Secretario de la MUD, el perfil de “desclasado”, es decir de un sujeto político que proviniendo de la clase trabajadora, reniega en la práctica de su origen de clases, o se presta para servir a intereses contrarios a la misma; lo convierte, como su historial lo confirma, en un sujeto fascistoide, que desconoce a la fuerza popular que es el chavismo, de manera virulenta.

Ambos ejemplos, son malas señales desde el lado opositor. ¿Pero qué hacemos? ¿Pisamos el peine de la violencia fascista? No, el camino es el señalado por el Presidente Maduro, pero no es una tarea exclusiva de él, es de todos.

La violencia fascista en su afán de provocar la guerra civil, se escuda tras el manto de la delincuencia común, es así como en los últimos meses hemos visto como son asesinados artistas, deportistas, dirigentes comunales, oficiales destacados de nuestra Fuerza Armada Bolivariana, estudiantes queridos, sacerdotes, jóvenes en general con el fin de generar conmoción y desesperanza.

Al respecto es necesaria una profunda autocritica, en todos esos casos los cuerpos de seguridad y los órganos de justicia tienen respuesta fácil y rápida: fue el hampa común. Y los medios de la derecha amplifican esas versiones que desde los cuerpos policiales se filtran, antes de ser oficiales. El pueblo que sabe, clama en el desierto denunciando a las bandas criminales y sus propósitos políticos, que operan con control territorial en sus barrios y caseríos. No dejemos solos al pueblo y al Presidente. Quienes tienen responsabilidad en esta materia, tienen que asumir este tema de las bandas criminales, como un asunto de seguridad nacional y de la vida de la República, y no de simple delincuencia común.

La dirigencia política y social de la Revolución, en todos su niveles, también tenemos que hacer un esfuerzo superior en ejercer el liderazgo positivo en las comunidades, no pueden ser las mafias, de todo tipo, la que tomen el liderazgo de nuestra pueblo. Es nuestra responsabilidad.

De igual manera, no podemos renunciar a seguir hablándole a los que se oponen a la Revolución Bolivariana, allí hay decena de miles de hombres y mujeres que no comparten el camino del fascismo, que no se burlan de la muerte de Robert y María, que les duele y les preocupa como a nosotros, sobre todo por el futuro de sus hijos e hijas. El artículo de Luis Vicente León del día de ayer, humanamente honesto, es una expresión de ese sentimiento. Con ellos y ellas construyamos una sociedad donde quepamos todos, con nuestras diferencias, con justicia, igualdad y dignidad.
Pero a la corriente fascista, debemos decirle con claridad, no confundan nuestra responsabilidad con debilidad, los vamos a enfrentar y a derrotar, por el derecho a vivir en paz que tenemos todos los venezolanos y venezolanas, no importa como pensemos políticamente.

Tomando la letra de mi querido profesor Earle Herrera digo, el próximo miércoles va ser duro. En la reunión de la Vicepresidencia de la región capital de nuestro PSUV, las sillas de Eliecer Otaiza y de Robert Serra estarán vacías. No nos vamos a acostumbrar a enterrar a nuestro Camaradas, no nos acostumbramos en los 80’, ni en los 90’, cuando cayeron por decenas nuestros mártires, no lo vamos hacer ahora. ¿Y qué vamos hacer? ¡LUCHAR HASTA VENCER!

A los 40 años de la caída del líder revolucionario chileno Miguel Henríquez, en combate contra la dictadura fascista de Pinochet, decimos como ayer, “por nuestros mártires, ni un minuto de silencio, toda una vida de combate”. Hoy decimos, por ellos y ellas, toda una vida de lealtad y victorias. 

Robert Serra cuenta quiénes y por qué lo mataron



Hace 48 horas (el 1 de octubre) que asesinaron a Robert Serra y, en la misma operación criminal, a María Herrera. Robert era un pibe, un chamo venezolano. Hacía cuatro años que era diputado y tenía sólo 27. Era el parlamentario más joven de Venezuela. Sus asesinos se ensañaron con su compromiso inclaudicable, con su voz firme y potente, porque representa lo mejor de una juventud revolucionaria dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias.

Creyeron que lo mataban completamente en ese acto cruel y al mismo tiempo, perfectamente racional. Querían matar en él a una generación, convocada por Hugo Chávez a la tarea más difícil y hermosa. Pero Robert Serra sigue hablando después de muerto y desde allí, señala en su gesto eterno a los asesinos. Lo quieren matar una y otra vez, y ese 1° de octubre –dolorosamente- lo logran. Pero no del todo.

Aunque hace 48 horas lo apuñalaron en La Pastora, prendo la tele y ya está Robert hablando, otra vez, y ahora de su propia muerte. Dialoga en el programa Zurda Konducta con otros chamos como él, Robert mueve las manos y habla claro. Analiza el momento de la Revolución, describe el trabajo asumido por la juventud tras la encomienda de Chávez y de repente empieza a contar quiénes lo asesinaron, por qué, en qué contexto.

"Que el país observe lo que está ocurriendo. ¿Por qué el primero que salió en defensa de Lorent Saleh fue Álvaro Uribe Vélez? Porque hay intereses directamente relacionados, entre el paramilitarismo que dirigió personalmente y que aún dirige en Colombia y estos hechos despreciables".

"Si nosotros revisáramos en retroactivo la planimetría de lo que fueron los caídos en los últimos hechos de guarimba, un tiro certero a la cabeza, de balas 9 mm o de alto calibre. Un tiro certero. No cualquier tirador tiene esa capacidad para hacerlo", informa Robert. "Recordemos lo sucedido en abril de 2002, con el golpe al Comandante Chávez".

Y desde ese contexto vuelve a hablar de la actualidad:
"Y mira este sinvergüenzura de Lorent Saleh, que dice: ‘Tenemos la fachada diplomática con esto de la Operación Libertad".

Con elocuencia se refiere al líder de Operación Libertad, uno de los "pacíficos estudiantes opositores a Maduro", según los califican los medios privados.

"Él dice así, cara e’ tabla, el malandro este dice ‘tenemos la fachada diplomática en aras de la defensa de los derechos humanos’. Y tú ves que cuando nuestros cuerpos de seguridad del Estado salen en garantía de la paz del país, son quienes resultan convertidos en victimarios por la matriz de opinión. Yo quisiera ver a CNN repetir estos videos que están sacando hoy. Quisiera ver al maltratador de mujeres de Fernando del Rincón repitiendo esto. Quisiera ver a Patricia Janiot. Quisiera ver a todos los que han iniciado una campaña contra nuestro país".

Robert no se detiene: continúa señalando tácticas y responsables. Recuerda que los grupos paramilitares planificaban atacar discotecas y licorerías de San Cristóbal: "A sus propios muchachos -exclama-, para que el estallido social sea mucho mayor".

Y luego se dirige de frente a Antonio Ledezma, el derechista alcalde metropolitano de Caracas: "Yo sé que tú me debes estar viendo", le dice. Y lee uno de los muchos tuits con los que Ledezma salió inmediatamente a defender al grupo paramilitar.

También lee un tuit de María Corina Machado, que cínicamente afirma que "todo el mundo sabía lo que le esperaba a Lorent Saleh y Gabriel Valles en manos del régimen". Y Robert vuelve a acusar:

"¡No! No lo sabían todos. ¡Lo sabías tú, sinvergüenza, porque estás en el plan! Lo sabías tú, lo sabía Antonio Ledezma, lo sabía Leopoldo López y lo sabía Álvaro Uribe, que son los que están en el plan de desestabilizar la democracia. Ahora lo sabemos muchos".

Mira a la cámara Robert. Con su pelo corto y el peinado parado de siempre y su cara de muchacho de barrio, inteligente y atorrante. Profundo. Chavista. Con toda una vida por delante. Se golpea el pecho y advierte.

"Y estoy seguro, estoy seguro, que en esa lista macabra quizás lo tenían a uno. Bueno: láncense. Pero no importa. Estoy seguro de que tenían a responsables de colectivos y movimientos sociales. ¿Para qué? Para generar la reacción que le diera a CNN el formato ‘pelea de perros’, que han puesto en práctica los gringos en otros países del mundo, para demostrar que aquí no hay gobernabilidad, que Nicolás Maduro no garantiza la paz y así poder intervenir el policía del mundo, que son los benditos gringos".

Y vuelve a explicar Robert, acá en su muerte pero con su voz llena de vida:
"Hay que ir a la raíz de esto, mis queridos camaradas. Esto nace en una fiesta. Yo tengo el registro migratorio de muchos de ellos: cómo salen por Costa Rica, por Colombia, desde que nosotros denunciamos la denominada fiesta mexicana. ¿Y qué era la fiesta mexicana? Una fiesta convocada en México por un grupo de ex banqueros venezolanos, prófugos de la justicia venezolana, quien a través de un operador político llamado Gustavo Tovar Arroyo giró instrucciones para que desatara la violencia en nuestro país".

"Yo estoy convencido de que ellos mañana van a banalizar la denuncia -continúa-. Ellos quieren ver el cadáver del presidente para decir ‘Ah sí, tenían razón los chavistas’. Y como lo van a banalizar? Van a decir que esto es una bomba de humo para tapar los problemas del país".

De a poco va llegando el final del programa. Escucha un tuit de un joven derechista que dice: "Quiero tener una pistola y caerle a tiros a todos los de Zurda Konducta". Robert asiente como diciendo "¡justamente!" y señala: "¿Ven? Esto es producto del odio que ha inoculado la derecha".

Y agrega: "Hoy la historia le da la razón a Nicolás Maduro, que dijo: ‘Señores, detrás de esto está el imperio, está la mano de Álvaro Uribe’, que tiene deseo de sangre en Venezuela, producto de su fracaso en Colombia, que quiere acabar con la paz en nuestro país y que no tiene absolutamente nada que perder porque ni la moral le queda". Se despide Robert. Habla de la importancia de las elecciones legislativas de 2015, donde la derecha intentará alcanzar la mayoría para luego dar un golpe parlamentario, como en Honduras y Paraguay.

"Ganarla bien ganada. Vamos a construir mayoría con nuestro pueblo. Lo que nos estamos jugando el año que viene será la paz y la democracia de nuestro país. Acompañemos el legado de Hugo Chávez. Si preguntaran a esta generación, cuál es nuestro objetivo, no es un cargo, compañero. Es hacer irreversible los sueños de Hugo Chávez y su legado en esta Patria que formó para nosotros".

Robert Serra. 27 años. Joven diputado chavista. Revolucionario que nunca se callará la boca. Para que quien quiera oír, que oiga. Porque así de claro Robert sigue hablando.
Publicado en Telesur por Fernando Vicente Prieto